“En términos generales, no creemos que este diseño contenga soluciones que de modo alguno puedan ser consideradas brillantes fuera de algunos detalles particulares, y se sugiere que no sea considerado como un ejemplo de diseño de vanguardia que merezca ser copiado por la industria inglesa.”

Esta lapidaria frase redondeaba el informe sobre el Escarabajo hecho en la inmediata posguerra por la Royal Society of Motor Manufacturers and Traders, cámara que agrupaba a los miembros de los distintos estamentos de la ahora inexistente industria automotriz inglesa. Corría el año 1946. Con su fábrica bombardeada y en ruinas, saqueada y presa de los vándalos en los albores de la posguerra, defenestrada por Henry Ford, despreciada por las potencias aliadas, la Volkswagenwerk estaba catalogada por los aliados como un moribundo elefante blanco.

Sin embargo, el tiempo demostró que habían errado en la clasificación zoológica: Más que un elefante blanco, era un ave fénix. Un ave fénix que ha resucitado más de 21.000.000 de veces. El Escarabajo se llegó a fabricar o ensamblar en cinco de los seis continentes, y a utilizar en la totalidad de ellos. Aún hoy, a 63 años de arribarse al prototipo final, renace a diario en la planta de VW en Puebla, México, a razón de 100 por día. Un ave fénix que ha empollado una gigantesca corporación que, sin odios ni rencores, ha absorbido una multitud de empresas automotrices, algunas de las cuales le dieron la espalda en su peor momento. Las hay alemanas (Audi AG: Audi / Auto Unión / NSU, IFA), inglesas (Rolls-Royce / Bentley), italianas (Lamborghini Automobili S.p.A.), francesas (Bugatti), españolas (SEAT) y checas (Škoda Automobilova a.s.).

Hijo de un genio creativo, Ferdinand Porsche, adoptado por un genio de la producción y comercialización, Heinrich Nordhoff, el Escarabajo ha tenido que soportar los bemoles que implica el tener un padrino políticamente incorrecto: Adolf Hitler. Para quienes hallan en esto un óbice, permítasenos citar un párrafo de Oscar Wilde, del prólogo de El Retrato de Dorian Grey, para que venga en nuestro auxilio:

“Quienes encuentran malas intenciones en cosas bellas son corruptos sin encanto. Esto es un defecto.

Quienes encuentran bellas intenciones en cosas bellas son cultos. Para ellos queda aún esperanza.

Quienes sólo ven belleza en las cosas bellas, ésos son los elegidos”.

Más que un auto, ha sido una declaración pública de rebeldía ante el establishment. Una demostración palpable de que la ley de Murphy tiene excepciones. Un auto que obligó a redefinir la palabra “convencional”. Una concepción que obligó al resto de la industria automotriz a replantearse la certeza de saber lo que la gente quería. Un sistema de ventas y servicios que aún hoy no tiene parangón. Una campaña publicitaria que, yendo a menos, marcó épocas y es aún objeto de estudio para los profesionales del mercadeo. Un auto que llegó a superar holgadamente el 50% del parque automotor en la República Federal Alemana, Brasil y México.

El secreto de este Dorian Grey sin retrato es la eterna metamorfosis: Ha sido reciclado, rebautizado, transformado, adornado, mutado, reinventado y vuelto a reciclar infinidad de veces por sucesivas generaciones. Adultos nostálgicos logran rastrear y recuperar el auto de su niñez; adolescentes imberbes redescubren la utilidad de los lazos que cuelgan de los parantes y vuelven a cometer, en autos que eran viejos antes de que ellos nacieran, los mismos errores que cometieron sus padres; nuevas generaciones de madres de una misma familia viajan a la maternidad en el mismo auto para tener familia (y a veces no llegan a tiempo)…todo es posible con este ícono del siglo XX.

Nuevamente viene a nuestro auxilio Oscar Wilde: “Definir es poner límites”. Así, pretender atrapar su espíritu a través de una fría descripción técnica, es tan ineficaz como querer difundir la obra de los misioneros mostrando una radiografía de la Madre Teresa de Calcuta. ¿Cómo pretender encapsular toda esa energía desbordante en un frío conjunto de datos como lo son una cilindrada, el volteo de un cigüeñal, una batalla, una trocha o una relación de transmisión?

¿Cuál es el mejor modelo? ¡Qué importa!

¿En qué país fue fabricado?¡Es indiferente!

¿Cuánto vale? ¡A quién le interesa!

Sigamos disfrutando de esta pequeña maravilla que, aún hoy, sigue dando más alegría por litro de combustible que cualquier otro automóvil.